- Disculpe
- ¿Sí?
- Se le ha caído.
- Uf, muchas gracias.
- De nada.
- De verdad, muchas gracias, menos mal.
- Nada, nada, un placer.
- Hasta luego y gracias de nuevo.
- Perdone, pero ya que…
- ¿Qué?
- ¿Es dinero?
- ¿Cómo?
- Lo que hay en el sobre.
- Eh...
- Es que es muy abultado.
- Sí, es grande.
- Está a reventar.
- Jeje.
- Porque si es dinero, menos mal, ¿no?
- ¿Qué? No, no es dinero. Pero muchas gracias, de verdad.
- No hay de qué, si no es dinero.
- ¿Cómo?
- Que si no es dinero, digo, ¿qué es?
- No es.
- Sólo por curiosidad...
- No es dinero.
- Ya, claro. Porque si fuera, sería mucho.
- Ya, jeje, ojalá.
- Ya ves.
- Bueno, pues…
- ¿Es droga?
- ¿Cómo?
- Porque si es droga, la verdad no quisiera yo ser cómplice de nada de eso, ¿sabe?
- ¿Qué droga? ¿qué dice?
- Es sospechoso.
- Pero ¿esto qué es? ¿una broma de cámara oculta o qué? Ya le he dado las gracias. Me ha hecho un gran favor, si llego a dejar por ahí tirada la…
- ¿La?
- El contenido del sobre.
- Ha dicho la, así que es una la.
- La cosa que hay en el sobre.
- ¿Qué cosa?
- Mire, ya le he dicho que le estoy muy agradecida, pero lo que haya en el sobre o deje de haber es cosa mía.
- Y yo le repito que un placer haberla avisado. Pero siempre que no se trate de algo de lo que no me sienta orgulloso haberle devuelto, claro.
- Pero ¿qué le importa a usted? El contenido es privado.
- Es privado si no estoy siendo cómplice de nada sospechoso.
- ¿Qué clase de persona se cree usted que soy?
- Una persona que pierde sobres abultados en la acera.
- No tiene usted ni idea de lo que está diciendo.
- Me remito a los hechos. Por mi propio bien, si hubiera alguna cámara oculta, como usted dice, también me ha grabado a mí devolviéndole un sobre que no sé qué contiene y quizás me corresponde saberlo. Por si acaso.
- ¿Por si acaso qué?
- Por si acaso no debiera devolvérselo.
- ¡Pero si ya me lo ha devuelto! Gracias y adiós muy buenas.
- No, no, espere.
- No le debo ninguna explicación.
- Eso espero. Y espero no tener que dar yo tampoco ninguna explicación ante un juzgado.
- Pero ¿qué clase de película se está montando? Métase en sus asuntos.
- Si usted me inmiscuye en sus trapicheos, considero que son mis asuntos.
- ¿Qué trapicheos? Por favor, deje de seguirme.
- No la estoy siguiendo, yo también tengo que cruzar y el semáforo está en rojo.
- Si lo llego a saber…
- Si lo llega a saber ¿qué? ¿Deja el sobre en la acera?
- ¿Cómo voy a dejar el sobre en la acera?
- Si prefiere que no la hubiera avisado, tanto no le importará su contenido. O se trata de algo chungo.
- ¿Qué va a ser chungo? Esto es mío y usted no tiene que decirme qué hacer.
- Yo sólo le he devuelto el sobre que se le había caído, pero eso me da algo de derecho a saber qué contiene si me implica.
- ¿En qué le voy a implicar yo, hombre, por favor? De verdad, vaya tela.
- Usted no, el sobre.
- El sobre, el sobre… ¡Tome el maldito sobre y ábralo si quiere!
- Mire que le tomo la palabra.
- Tómemela.
- Que lo abro, ¿eh?
- Ábralo.
- ¿Lo abro?
- Venga, venga.
- Pero, si lo abro yo, me puede denunciar usted por abrir un sobre que lleva su nombre. Es delito hacer eso, ¿sabe?
- Pues ya sabrá usted lo que hace.
- ¿De verdad no me puede decir simplemente qué contiene?
- Si se queda más tranquilo, lo abro yo misma.
- Hágame usted el favor.
- Es que esto es impresionante, vaya. Lo abro sólo para que se calle.
- Claro, claro.
- Anda, ahí lo tiene, ¿lo ve?
- A ver.
- ¿Qué? ¿Se queda más contento?
- Uy, uy, perdone usted.
- Pues ya ve.
- De verdad, perdóneme, qué vergüenza.
- El semáforo ya está en verde.
- ¿La ayudo a cruzar la calle?
- Pero si soy más joven que usted, ¿tendrá valor?
- Claro, claro, perdone. Lo siento mucho, de verdad. Jamás imaginé que fuera…
- Ande, tire para adelante.
- ¡Hasta luego, buen día!
- Su puta madre a caballo.
- Claro, no, si es que… es lo mínimo, ¿qué me va a decir? ¿y qué le puedo decir yo? Que la disfrute.
- Ande y que le dé el aire, fresco.